[ 15-09-2010 ]
Gracias a la naturaleza inhóspita y hostil del lugar hoy en día podemos disfrutar de su riqueza natural extraordinariamente conservada. Terrenos abruptos y accidentados, azotados por el viento de tramontana y regados por los ríos Sénia y Servol, y un clima extremo de largos inviernos alternado con veranos cortos y secos, han ayudado a preservar su fisonomía. De hecho, es uno de los lugares más despoblados de Europa, con una extensión de 5.000 Ha y una población de 240 personas censadas.
Sin embargo, a pesar de las duras condiciones de vida, La Tinença estuvo habitada desde la prehistoria, pues en ella perduran aún rastros del neolítico (En la Cova dels Rossegadors), Edad de Bronce y de la época ibérica. Fue sin duda en el s. XIII su momento de mayor esplendor, el cual quedó reflejado en el imponente Monasterio de Santa María, mandado construir por Jaume I, y que más tarde daría lugar a la aparición de otras aldeas a su alrededor. En la Pobla de Benifassà también encontramos notables ejemplos de arquitectura rural junto a pequeñas ermitas e iglesias integradas en el agreste paisaje. Entre las obras de arte mas valiosas que se conservan en el convento, se encuentra una copia original que representa una virgen bizantina procedente del monasterio ruso de Vladimir en Kiev.
Actualmente el Parque Natural engloba los municipios de Castell de Cabres (20 habitantes), La Pobla de Benifassá, Coratxà, El Boixar, Fredes, El Ballestar y Vallibona, además del pequeñísimo pueblo de Bel, que sólo tiene una calle. Estos pueblos sufrieron a lo largo del siglo pasado una fuerte emigración que se invirtió a partir de los años 80.
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Además, la Tinença forma parte de la Reserva Nacional de la Cabra Hispánica junto con el Parque Natural vecino de Els Ports de Beseit, una razón más que explica la conservación de su rica fauna, compuesta principalmente de jabalíes, garduñas y tejones, aunque la especie por excelencia de estas tierras escarpadas es la cabra montesa. Por los riscos sobrevuelan todo tipo de rapaces como águilas, alimoches, aguiluchos o halcones, que encuentran en estas montañas su hábitat perfecto.
En cuanto a la flora, extensos bosques de robles y pino negral, variedades endémicas, y frondosos terrenos de arces, olmos, avellanos o álamos, son una de las marcas de identidad del parque, sin olvidar algunos árboles monumentales cuya longevidad les ha hecho merecedores de un nombre propio.
Hoy en día, muchas de las antiguas casas de piedra se han restaurado, y la oferta hostelera se ha incrementado. Además, existe una atractiva red de sendas y caminos para practicar senderismo en estado puro, entre ellos el famoso GR-7
ETIQUETAS: Tinença de Benifassà, Parques Naturales, Ports de Beçeit, Capra Hispánica, Turismo rural