[ 13-11-2015 ]
Fue inaugurado en 1912 y hoy sigue en activo cubriendo los 27 km desde Palma hasta Sóller, corazón del quizás más hermoso (que ya es decir) de los valles mallorquines. La máquina eléctrica, los 5 vagones de madera, los tapizados, las lámparas y cierres..., son los mismos, amorosamente conservados de toda la vida.
Desde la salida en Palma la línea cruza como sin querer molestar sus trabajados campos de almendros, olivos y algarrobos. Pronto empieza a elevarse y, tras la parada en Bunyola (ya hemos cubierto la mitad de la hora que dura el viaje), el viejo tren se sumerge en las entrañas de la Serra de Alfàbia a través de sus 13 túneles de hasta 2.876 metros y viaductos como el de Cinc Ponts, de 5 arcos y más de 50 m de altura, prodigio de la ingeniería de principios del s. XX. A la oscuridad y el vértigo se sucede la recompensa para los sentidos de las maravillosas vistas del valle, con Sóller, Biniaraix y Fornalutx brillando como gemas en el verde de infinitos tonos de sus naranjales, limonares, pinares, palmerales y, en los escarpes de la sierra, encinares, que lo tapizan por completo.
El tren detiene su recorrido en una estación habilitada en un noble edificio del s. XVII. Podemos bajar y callejear por Sóller, que tiene, junto a viajas casonas de piedra, quizás los mejores ejemplos de arquitectura modernista de Mallorca. Y también podemos tomar el viejo tranvía, casi de la misma quinta que el tren (1913), y como él conservado con primor, que nos llevará en 20 minutos hasta la orilla misma del mar.
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