En la Isla del Hierro se puede encontrar uno de los bosques más impresionantes que existen. Los vientos alisios que llegan a las Canarias desde el centro del Atlántico cargados de humedad, forman densas nieblas conocidas como Mar de Nubes. Y entre los seiscientos y dos mil metros sobre el nivel del mar prospera un tipo de bosque que se nutre de estas nieblas y que aparece ante el visitante como una imagen irreal. Además esta niebla que todo lo empapa está saturada de agua que al chocar con las altas montañas cubiertas de vegetación dan origen al efecto conocido como lluvia horizontal. Todas estas condiciones encadenadas dan lugar a la Llanía, la extensión de laurisilva mejor conservada del mundo.
En el Jurásico, hace 20 millones de años, estos ecosistemas cubrían toda la cuenca mediterránea, norte de África y sur de Europa, por lo que además de su belleza suponen una verdadera reliquia viviente de la época del Terciario. Tomando el camino desde la Fuente de los Sabios hacia la Plaza del Palo Blanco puede verse una representación del estrato arbustivo de esta formación. Además brezos y tejos se reconocen fácilmente por sus hojas en forma de cortas agujas mientras que la faya, con hojas que recuerdan a las del laurel, pero más claras, produce pequeños frutos rugosos muy apetecidos por las aves. Este sotobosque forma una masa forestal compacta que se eleva hasta los 15 metros de altura dejando que sólo el 4% de la radiación solar llegue al suelo.
El alto grado de humedad hace que los musgos se apoderen de cualquier lugar desocupado por la vegetación, lo que convierte a troncos de árboles y piedras en mullidas alfombras de verdes profundos. La niebla, presente durante gran parte del año, se une a la composición para crear un ambiente mágico muy dado a ensoñaciones fantásticas y miedos supersticiosos. El bosque de laurisilva siempre fue, para el canario, un espacio dado a brujerías y cuentos de fantasmas.

Una red de senderos bien señalizada permite explorar a fondo todos los rincones de la selva herreña, un verdadero paraíso para el turismo rural. Desde el mirador de La Llanía (al lado norte de la EH-1, en días libres de nieblas, se pueden disfrutar de vistas impresionantes sobre todo el Valle de El Golfo. 

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 El pueblo de El Golfo, en la isla canaria de Lanzarote y es un lugar de casas blancas y cúbicas resaltando sobre la negra roca volcánica y donde todo, incluso el turismo, es sosegado. Se trata de un pueblo muy pequeño situado dentro de un paisaje absolutamente fantástico e irreal, que ha servido de escenario a numerosas películas como Moby Dick, Viaje al centro dela Tierra, Doctor Who o En busca de la isla del tesoro, además de Los abrazos rotos de Almodóvar. El Golfo es un anfiteatro abierto al océano que se formó a raíz de las grandes erupciones de 1730, cuyo cráter se inundó dando lugar a la Laguna Verde o Charco de los Clicos (un marisco ya extinguido que abundaba en la zona). Su color se debe a las algas que habitan en su superficie y que se filtran desde el mar por vía subterránea. Dando un pequeño paseo, es probable encontrar algunos pedazos de la piedra semipreciosa de color verde típica de Lanzarote, la olivina, que se utiliza en joyería. Y después de la puesta de sol, el espectáculo más impresionante de la isla, por qué no dirigirse a cualquiera de los pequeños restaurantes del pueblo a degustar pescado fresco con mojo picón.

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El Parque Nacional de Timanfaya se encuentra situado al Suroeste de la Isla de Lanzarote y en 1993 fue declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera. En esta plataforma de 200 Km2 de extensión que desciende suavemente hasta la costa, nos encontramos con un paraje insólito creado por la furia de más de 300 volcanes vomitando lava y lapillis desde 1.730 hasta 1.736 y sepultando las antiguas vegas de Timanfaya y Los Miraderos. Así, lo que antes de fueron verdes valles hoy en día es un paisaje extraterrestre bajo el que pueblos enteros perecieron.

El Parque podemos recorrerlo en dromedario o en autobús, saliendo del Centro de Recepción de visitantes al que se accede fácilmente por carretera. Una vez iniciado el itinarario, cruzaremos un mar de lava petrificada, extensos desiertos de cenizas volcánicas hasta llegar a la Montaña de Fuego, donde las grietas del volcán, todavía incandescentes, están abiertas, y a sólo unos centímetros del suelo encontramos una temperatura superior a los 400ºC. Incluso se puede almorzar en un restaurante en el que cocinan al fuego de las grietas volcánicas. También podremos deleitarnos con las extrañas formas de las esculturas de lava, con las curiosas cuevas formadas al enfriarse las pompas de aire dentro de la lava o con los profundos cráteres que a más de uno le producirán vertigo. El visitante podrá elegir entre ocho distintas rutas dependiendo del grado de dificultad y tipo de restricción del área. Algunas son gratuitas y otras no. Es aconsejable pedir una cita previa (Tel. 928 118 042), pues algunos recorridos la requieren. .

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