[ 07-08-2015 ]
En la Isla del Hierro se puede encontrar uno de los bosques más impresionantes que existen. Los vientos alisios que llegan a las Canarias desde el centro del Atlántico cargados de humedad, forman densas nieblas conocidas como Mar de Nubes. Y entre los seiscientos y dos mil metros sobre el nivel del mar prospera un tipo de bosque que se nutre de estas nieblas y que aparece ante el visitante como una imagen irreal. Además esta niebla que todo lo empapa está saturada de agua que al chocar con las altas montañas cubiertas de vegetación dan origen al efecto conocido como lluvia horizontal. Todas estas condiciones encadenadas dan lugar a la Llanía, la extensión de laurisilva mejor conservada del mundo.
En el Jurásico, hace 20 millones de años, estos ecosistemas cubrían toda la cuenca mediterránea, norte de África y sur de Europa, por lo que además de su belleza suponen una verdadera reliquia viviente de la época del Terciario. Tomando el camino desde la Fuente de los Sabios hacia la Plaza del Palo Blanco puede verse una representación del estrato arbustivo de esta formación. Además brezos y tejos se reconocen fácilmente por sus hojas en forma de cortas agujas mientras que la faya, con hojas que recuerdan a las del laurel, pero más claras, produce pequeños frutos rugosos muy apetecidos por las aves. Este sotobosque forma una masa forestal compacta que se eleva hasta los 15 metros de altura dejando que sólo el 4% de la radiación solar llegue al suelo.
El alto grado de humedad hace que los musgos se apoderen de cualquier lugar desocupado por la vegetación, lo que convierte a troncos de árboles y piedras en mullidas alfombras de verdes profundos. La niebla, presente durante gran parte del año, se une a la composición para crear un ambiente mágico muy dado a ensoñaciones fantásticas y miedos supersticiosos. El bosque de laurisilva siempre fue, para el canario, un espacio dado a brujerías y cuentos de fantasmas.
Una red de senderos bien señalizada permite explorar a fondo todos los rincones de la selva herreña, un verdadero paraíso para el turismo rural. Desde el mirador de La Llanía (al lado norte de la EH-1, en días libres de nieblas, se pueden disfrutar de vistas impresionantes sobre todo el Valle de El Golfo.
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