El gran poeta alemán Rilke la bautizó como 'la ciudad soñada' ('...la ciudad en la cual se resumen todas las cosas que yo he deseado.') y se quedó largo tiempo en ella. Orson Welles estaba enamorado de Ronda hasta el punto de hacer que sus cenizas fueran esparcidas allí. No fueron los únicos. Numerosos poetas, pintores, músicos y artistas han establecido intensos vínculos con Ronda, una ciudad de magnetismo especial en la que todos los elementos, desde los puramente naturales hasta los históricos constitutivos de Andalucía se han conjugado de la manera más hermosa posible ('la ciudad más hermosa del mundo' en palabras de Juan Goytisolo) para hacer de ella un conjunto verdaderamente único, no por su dimensión ni por lo excepcional de sus monumentos o la importancia del legado de alguna civilización en concreto, sino justamente por el mágico hechizo del conjunto. Ronda es por tanto una ciudad en la que es preciso detenerse, su atractivo no puede ser asimilado apresuradamente, al primer golpe de vista. Hay que adentrarse en ella con calma, con los sentidos despiertos para admirar lo que Borges definió como '...un cóncavo silencio de patios/ un ocio del jazmín/ y un tenue rumor de agua, que conjuraba memorias de desiertos'.

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