[ 13-10-2014 ]
La Cerdanya no es propiamente valle, sino una ondulada y verde llanura en medio de los Pirineos. Su soleada amplitud, limitada al sur por la Sierra del Cadí, le confiere un particular microclima, más moderado y benigno que el de los otros valles. Llegar hasta aquí no era fácil y eso preservó una identidad especial visible aún hoy. La naturaleza es espléndida todo el año, con numerosas estaciones de esquí (alpino y de fondo) para los amantes del deporte de la nieve y multitud de parajes y pequeños pueblos llenos de encanto para visitar entre la primavera y el otoño, como Arànser, Guils de Cerdanya, Alp o Bellver, con preciosas iglesias románicas, murallas y caseríos de extraordinario sabor. No debe dejar de visitarse la villa de Llívia, totalmente enclavada en la Cerdanya francesa y que guarda tesoros como una de las farmacias más antiguas de Europa, del s.XV y que fue regentada por 23 generaciones de la misma familia hasta principios del s.XX. Para los amantes del excursionismo y la montaña, las alternativas son inacabables: hay muchos pequeños lagos o estanys en entornos de enorme belleza como los de la Pera, Meranges, Bullosa... o senderismo por los muchos picos de más de 3.000 m que cierran como una corona la Cerdanya por todos los rumbos.
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ETIQUETAS: Cerdanya, Pirineos, Cataluña, Llívia, Casas rurales